domingo, marzo 26, 2006

9 - RESPETAR LAS REGLAS

¿Recuerda lo bien que estaba de pequeño, en casa de su prima de quince años, durmiendo juntos en el sofá porque usted tenía ocho años, y lo frustrante que le resultó que sólo unos años más tarde, su prima le privase del placer de repetir dicha experiencia con excusas poco ingeniosas, incluso con desprecio? Pues algo así le pasa a su perro con usted, sólo que él entiende mucho peor que nosotros estos inexplicables cambios de actitud. Recuerde: las reglas del juego son flexibles, pero su perro no entiende que usted las cambie. Piense sobre cuales van a ser sus reglas. En el fondo, consiste en un juego de inteligencia.

Por su perro conocerá la gente si es usted tan listo como presume. Si un día rompe una regla, no pudo sacarlo a pasear a la hora habitual, por ejemplo, pague su falta con una sesión extra de juego, o con un premio en galletas. Su cachorro es más listo de lo que piensa y pasará por alto su falta de fidelidad pensando que tardó más de la cuenta en volver a casa por ir a conseguir las galletas, o que juega con él más de lo habitual de alegría por volver a verlo. Lo mismo imagina que vivió un peligro del que salió vivo de milagro. Tenga presente que en la cabeza del perro sobrevive la lógica de un animal salvaje: un depredador dormido. Lo de dormido no es una metáfora. A menos que alguien lo despierte, su perro siempre será un inmaduro, un cachorro que obedece a sus padres, recibe la comida en su cubil y que a menos que sea necesario luchar para proteger el nido familiar, buscará la protección de su jefe. Si su perro no confía en usted, tiene miedo o se cree el jefe, será él quien tome la delantera: atacará a otros perros, a otras personas, puede que a usted mismo si lo cree necesario. Si le pasa esto, es que usted no supo dejar claro a su cachorro que el jefe es usted. Esto nos lleva a afrontar esa difícil pregunta tan de moda en el mundo empresarial.

¿Cómo ser un buen jefe? Es fácil, haga todo lo contrario de lo que hace su jefe. Si usted es jefe, recapacite, piense en la fidelidad de sus empleados o subordinados, y a poco que se sincere, reconocerá que a la más mínima ocasión le clavarían un puñal entre los homoplatos. No hace falta decir que si quiere una buena mascota, debe actuar justo al contrario de lo que está acostumbrado a hacerlo. Es difícil, claro, pero deberá intentarlo.

A muchas personas no les gusta la idea de ser el dueño, el amo de su perro. Es comprensible. Quien ama a los animales acaba por tratamos igual que a un miembro de la familia. No es fácil conseguir aunar el cariño y el amor con la dominancia, pero si quiere un perro feliz, equilibrado, sociable, deberá crear una dominancia. Con cinco premisas básicas tendremos suficiente.